RUTA CIRCULAR LA PARRA DE LAS VEGAS POR EL CASTELLAR

   

Tipo de ruta: Circular

Distancia: 14,5km 

Duración aproximada: 4h

Desnivel: 352m

Pendiente media: 3,7%

Pendiente máxima: 15,4%





A la Parra de las Vegas se llega desde Cuenca por la N-420. A la altura del kilómetro 407.800 se encuentra el desvío de la CUV-1731 por la que circularemos seis kilómetros. En total se trata de un trayecto de unos treinta kilómetros desde la capital. 

Iniciaremos nuestra marcha continuando por la carretera que nos trajo al pueblo en dirección a la ermita del Cristo. Un poco más adelante tomaremos una pista que nos sale a la derecha y se dirige hacia los vallejuelos y más adelante a la carbonerilla, donde encontraremos una gran tinada en ruinas. 

Allí el camino asciende coincidiendo con un gran cortafuegos bajo una línea de alta tensión que enseguida abandonaremos. Desde la tinada también podríamos continuar el recorrido siguiendo un camino que tiene allí su inicio, hacia la izquierda y que, en vez de subir, desciende ligeramente por el vallejo del Mingo RoldánEsta es una alternativa de ruta que nos conduciría igualmente hasta el puente del Castellar, aunque en un momento dado el camino desaparece y hay que continuar la marcha por el interior del propio vallejo sin posibilidad de perdernos, aunque no exento de alguna que otra dificultad de tránsito debido a la vegetación y las piedras sueltas.

Si optamos, como es nuestro caso, por seguir por la pista principal, ascenderemos hasta alcanzar la cota máxima de la ruta, unos 1014 metros y avanzaremos en dirección al Castellar entre pinos y majadas abandonadas, por un camino bien definido y en cómoda bajada. Cuando lleguemos a un quiebro pronunciado del camino que desciende bruscamente hacia el puente nuevo y la carretera, abandonaremos la pista hacia la izquierda para acceder a una terraza que domina en altura la central eléctrica y ambos puentes. 
Desde allí disfrutaremos de una vista privilegiada del río Júcar, con sus rápidos y sus pozas.


Reanudaremos la marcha siguiendo un estrecho sendero que desciende en zigzag hasta un carril junto al río Júcar, prácticamente ya a la altura del puente del Castellar. Para este tramo son especialmente útiles los bastones de senderismo, pues el descenso es un tanto abrupto y con mucha piedra suelta. 

Una vez llegados al puente podremos apreciar su recientemente recuperada lozanía, haciéndonos una idea de lo que este paso ha supuesto a lo largo de la historia, especialmente desde el siglo XVIII. En algunas crónicas aparece como un puente romano, aunque su disposición y factura actual se remonta al año 1778.
Tras apreciar la belleza del paraje de los puentes sobre el río Júcar y la central hidroeléctrica que lleva su nombre, iniciaremos el regreso hacia la Parra, siguiendo la Cañada de Crespo, que asciende con una gran suavidad por la Hoya del Caballo, Las Peñas y el arroyo del Tejar.


Ascenderemos por una pequeña pero bella hoz que serpentea por el paraje denominado Cueva de la Virgen hasta flanquear el Cerrillo Ibáñez y llegar al Descansadero, donde ya nos recibe una chopera, preludio de que nos acercamos a zona habitada de cultivo. Pronto divisaremos el pueblo, al que llegaremos con la referencia de los cipreses del cementerio, completando así la ruta de poco más de 14 km.  




 

LA PARRA DE LAS VEGAS (www.turismocastillalamancha.es)

Esta pequeña localidad se encuentra en la serranía media conquense. Sus orígenes se remontan a la Edad de Bronce, como muestra el asentamiento encontrado en el Cerro del Castillejo. También se conservan vestigios de su pasado romano. Merece la pena visitar su Plaza Mayor en la que encontramos sus principales edificios, construidos entre los siglos XVI y XVIII, entre los que destaca su iglesia del siglo XVI, consagrada a la Virgen de la Asunción. Lo que caracteriza a este peculiar templo es que se trata de una de las cuatro iglesias de la provincia con planta de dos naves, separadas por arcos de medio punto sobre columnas toscanas. También son reseñables sus capillas, pertenecientes a importantes familias de la historia de este municipio, como la de los Escudero, con un retablo plateresco con reminiscencias góticas; y la de los Condes de Cervera, cubierta con un magnífico artesonado mudéjar.

Desde la plaza podemos admirar igualmente las ruinas del palacio de los Condes de Cervera, antiguos señores del pueblo y el Ayuntamiento. El antiguo palacio de los Condes de Cervera es actualmente un auditorio al aire libre que podemos visitar, igual que sus dos ermitas ubicadas en el extrarradio de la población, dedicadas a San Roque y al Cristo de la Salud, con decoración de estilo rococó.

EL PUENTE DEL CASTELLAR (www.elarteencuenca.es)

Denominado también “de la Carpintería”, salva el cauce del río Júcar que en su discurrir por este lugar delimita los términos municipales de Fresneda de Altarejos y La Parra de las Vegas.

El origen o motivo para la construcción de este puente se debe a la preexistencia en este paraje de un molino y un batán (heredad de la Carpintería). Estos ingenios hidráulicos del Castellar, que eran propiedad del arzobispo de Toledo Gil de Albornoz y de sus hermanos, fueron donados el 13 de agosto de 1345 al Deán y Cabildo catedralicio de Cuenca.

A mediados del siglo XVI el Cabildo levantó en madera un puente para el paso propio desde la Cañada Real de los Serranos y el Camino Real de Granada con las diversas pertenencias que la sede conquense detentaba a ambos lados del rio hasta el siglo XIX.

Ese puente realizado en madera, con el que se daba acceso a los molinos, permaneció hasta que en el año 1622, tras sucesivos derrumbes por grandes avenidas del Júcar, se decidió construirlo en piedra para una mayor consistencia del mismo.

No obstante el puente siguió periódicamente recibiendo reparaciones hasta que en el siglo XVIII se produjeron unas amplias obras de reforma y construcción que se ejecutaron desde el año 1744 hasta el 1748, ofreciendo la estructura actual con que se le conoce, si bien recientemente se ha procedido a una última restauración.

Tras esta reciente intervención, consistente principalmente en la reconstrucción del antepecho o pretil y actuación en algunos daños existentes en los torreones, molduras o listeles y rejuntados, el puente vuelve a ofrecer su aspecto original que ofrecía en el momento de su construcción en el siglo XVIII. El puente, realizado en mampostería de piedra y con sillares en los arcos de medio punto, consta de tres tramos y dos ojos además de contar con dos pilares o estribos poligonales a los lados del mayor de los arcos.

Un listel o moldura lisa a modo de imposta, formada por una hilada de sillares de similar tamaño, discurre por la parte superior de los arcos y pilares delimitando el arranque del pretil.

El tramo central del puente posee el mayor de los dos ojos, con una luz aproximada a los 20 metros. El arco, que salva el cauce del río, está construido con grandes sillares que apoyan sobre roca. En uno de sus arranques se aprecian unos sillares escalonados y por encima, en el intradós del arco, unos mechinales.

 



Las Torcas de Lagunaseca


El circuito es circular, sigue pistas, senderos y algún tramo campo a través y su finalidad es visitar la mayoría de las torcas o dolinas del Monumento Natural de las Torcas de Lagunaseca.


Este peculiar paisaje presenta grandes simas de paredes verticales, valles cerrados y suelos agrietados resultantes de la erosión superficial por disolución de las rocas carbonatadas del Jurásico. Contribuyen también a originar estas formaciones los colapsos y hundimientos de las cavidades subterráneas que el agua infiltrada por las grietas del suelo ha creado en las calizas subyacentes. 


Estamos habituados a ver las torcas y dolinas de Palancares y Cañada del Hoyo pero las de Lagunaseca nos son poco conocidas, y no por eso son menos interesantes, ya que tienen la particularidad de estar formadas por disolución de calizas jurásicas (200-140 m.a.) mucho más antiguas que las calizas cretácicas (140-65 m.a.) de las anteriores.


El recorrido se iniciará en el aparcamiento situado a 1 Km pasado el pueblo, en la parte derecha de la carretera que va a Sta. Mª del Val.

La primera parte se realizará por una meseta plana donde se abren las torcas de Miguel Orea, de las Cabras y la Larga y acabará en el borde de un acantilado desde el que se observa una bella panorámica del inicio del valle del río Masegar y otras dolinas abiertas.


En la segunda parte descenderemos por un sendero para ver las dolinas abiertas desde abajo y nos dirigiremos por el valle alto del Masegar hacia la Laguna del Tobar, pero antes de llegar a ella iniciaremos el retorno hacia Lagunaseca subiendo por el vallejo del arroyo de la Veguilla (GR-66).

La tercera parte se hará campo a través y por pista e intentaremos aproximarnos a las torcas de Prado Serrano y del Tío Pedro para acabar en el Hoyazo, ya muy cerca del punto de partida. 



Como sería muy tarde para volver a comer a Cuenca, habría dos opciones compatibles según el gusto de cada uno: llevar merienda y comer en el campo o en el merendero de Lagunaseca, o quien lo desee puede reservar por su cuenta en los restaurantes de Masegosa, Beteta o El Tobar. Cueva del Hierro y el Alto de la Vega tampoco están lejos.




Distancia: 10 Km

Tiempo: 3:30 h - 4 h

Dificultad: baja-media

Desnivel máximo: 200 m

EL RODENAL DE PRIEGO

La ruta es circular y discurre, básicamente, por el PRCU-42 con una distancia total aproximada de unos 14 km.

Se inicia en la calle que parte desde la plaza de toros hacia el convento de Ntra. Sra. del Rosal y desde allí se dirige en una prolongada subida hacia la cumbre del Rodenal.
En esta parte del recorrido se atraviesan campos de olivos y a nuestra espalda se va abriendo una panorámica de la Alcarria que se nos mostrará en su extensión más amplia una vez llegados al mirador del Rodenal.

Culminado el ascenso, la cumbre plana nos da un respiro para llegar con facilidad al mirador. Hasta aquí todo el recorrido se realiza por pista y no presenta ninguna dificultad técnica, pero el prolongado ascenso se puede hacer “muy cuesta arriba” si no se lleva el ritmo apropiado. Llegados al Mirador del Rodenal recibiremos un doble premio: la contemplación de una bella panorámica aérea de la región y el disfrute de un momento de reposo para tomar un tentempié. 

Aquí, estaremos sobre los farallones que rodean al Monasterio de San Miguel de las Victorias, aunque no lo veamos, y, podremos otear los acantilados del valle del Escabas, donde se suelen posar los buitres, la villa de Priego, la depresión Intermedia y elevando la mirada, a lo lejos, la depresión del Tajo y la Sierra de Madrid que seguro estará cubierta de nieve.

Hacia la izquierda, veremos el Estrecho de Priego, debajo del cerro de la Degollá, que comunica con el Campichuelo o depresión de Mariana. La Degollá y el Rodenal son una prolongación del anticlinal de la sierra de Bascuñana formado por materiales, sobre todo calizos, de la era Secundaria. La erosión del río Escabas lo ha cortado perpendicularmente dando lugar al paisaje escarpado del Estrecho de Priego. Esta pequeña sierra separa la depresión de Villalba-Mariana de la depresión Intermedia o de Loranca, rellenas ambas de materiales de la era Terciaria formados por arenas, conglomerados, arcillas y yesos que dan suaves paisajes de colinas bajas y redondeadas.

La vuelta, siempre cuesta abajo, es más corta que la subida y se realiza por una senda que se desliza entre una agradable zona arbolada hasta llegar a la carretera que sube al convento de San Miguel (esta vez no lo visitaremos).

El último tramo trascurre por antiguas zonas de cultivo aterrazadas en las que aún sobreviven los olivos.
El descenso tiene dos puntos en los que hay que tener cuidado, el primero para salvar un escalón en el que conviene echar “culo a tierra”, (superable sin mayor dificultad) y el segundo, ya cerca del pueblo, una pendiente resbaladiza que baja a un arroyo.

Aunque en esta ocasión no realizaremos ninguna visita turística conviene recordar que además de los dos conventos, Priego tiene otros monumentos de interés como son la iglesia, la plaza mayor, el puente Allende, las cuevas, una interesante artesanía de cerámica y mimbre, a lo que hay que añadir llamativas formaciones geológicas a lo largo del valle del Escabas. 

¡Seguro que me olvido de citar otras cosas importantes!
¡Vamos, que merece la pena volver!

Ruta circular
Dificultad media
Distancia: 14 km
Duración: 4 h-4:30 h
Desnivel: 400 m
















HOZ DEL BUEY AL COMPLETO

Saldremos desde Cuenca camino al paraje de los Palancares, dejando a la derecha a La Melgosa, después a Mohorte, y al poco de pasar Mohorte, a mano izquierda hay un desvío que indica "Las Torcas/Palancares/Tierra Muerta". Tomaremos ese desvío, pasando por la fábrica de maderas del Ayuntamiento, cruzaremos el puente y, al poco de pasar el puente, a mano izquierda, sale un camino donde dejaremos nuestros coches para comenzar a caminar. 

Andaremos un tramo de camino de aproximadamente un kilómetro para acceder a la entrada a la Hoz del Buey, la cual recorreremos por su interior hasta el fondo. Pasaremos por un bonito bosque de pinos, quejigos, musgo y antiguas piedras que estaban destinadas para la catedral de Cuenca y allí se quedaron.

Una vez en el fondo de la hoz caminaremos por media ladera, donde veremos antiguas tinadas de distintos pastores, como la de Angelito, que tuvieron allí su ganado. Podremos observar también agua brotando por distintos lugares y las formaciones que ha ido modelando el agua en la roca. 

Desde la parte superior de la hoz, hasta la parte baja inicial existe un desnivel de 1300 a 1000 metros. La puerta geológica de entrada a la Hoz del Buey es de una belleza tremenda. 

Podremos observar espectaculares miradores desde la parte de arriba y escarpadas rocas con acceso complicado. Visto desde allí resulta increíble imaginar que los vecinos de Palomera fueran a diario andando hasta ella y nos permite hacernos una idea del sacrificio que suponía su trabajo y el esfuerzo que realizaban para poder comer y sacar adelante a sus familias, pues dentro de esta hoz, tenían, además de refugio para el ganado, buena parte de su modo de subsistencia, por ejemplo árboles frutales o tablas de huerta. 

La Hoz del Buey, solana de romero y roble, umbría de pino negral, cuya entrada se encuentra en la Porterilla, con varias cuevas que se han ido formando dentro de la misma, como la Cueva Umenta, la Cueva el Zurrón, la Cueva de la Fuente, la Cueva de la Zarza o la Cueva del tío Mariano, donde encerraba las ovejas el pastor  Aureliano. También encontramos la Cueva de las Colmenas, suministradoras de miel y cera. 

También encontramos el famoso rincón de los Cerezos, de cerezas garrafales, tan dulces como la miel, que linda con la Olla Negrosa y el camino de San Miguel

Y si queremos ver la umbría y llegamos al Rincón Frío, el final lo encontraremos en el mismo Tornajillo, donde existen los restos de una tinada y la Cueva de los Garros. Si tenemos suerte podremos encontrar alguna colmena de vaso.

En la última parte del recorrido, ascenderemos por un escalerón a la parte superior de la hoz, rodeándola por arriba, donde podremos apreciar unas lindas vistas de la hoz. A continuación tomaremos el camino donde iniciamos la ruta hasta llegar a los coches. 

Esta hoz mantiene un microclima con una preciosa vegetación durante todo el año. 
Como nos pilla muy cerca de Cuenca, después de la caminata podemos tomar un refrigerio, o si no, cada uno a su casa a descansar.


TIPO: circular

DISTANCIA:14Km

DIFICULTAD: media

Duración aproximada: unas 5 horas aprox.